¿Qué es el estrés?
El estrés es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. De hecho, se le ha denominado el “asesino silencioso” debido a su vínculo con las principales causas de muerte a nivel mundial, incluidas las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares.
El estrés ha evolucionado como un mecanismo de supervivencia: una respuesta natural a la percepción de presión, amenaza o peligro.
Aunque hoy en día no nos persiguen depredadores, hay muchas cosas en nuestra vida cotidiana que provocan estrés en nuestro cuerpo. Desde presiones laborales, dificultades financieras y problemas de pareja hasta desesperación existencial, eventos globales y grandes cambios en la vida, todos nos enfrentamos a situaciones estresantes que pueden afectar nuestra salud.
El estrés impacta en el cuerpo
A veces, el estrés puede ser beneficioso. Todos hemos oído el dicho de que las personas trabajan mejor bajo presión; por ejemplo, cuando competimos, cumplimos plazos o asumimos retos, el estrés puede motivarnos a alcanzar el éxito.
Sin embargo, el estrés crónico a largo plazo puede causar estragos en nuestra salud. El estrés desencadena la respuesta de huida, lucha o congelación del cuerpo, lo que eleva la frecuencia cardíaca, aumenta la presión arterial, tensa los músculos y provoca la liberación de adrenalina y cortisol.
El cortisol es la principal hormona del estrés del cuerpo. Durante una respuesta al estrés, libera azúcar para aumentar la energía e inhibir el dolor. Sin embargo, niveles elevados de cortisol durante un período prolongado pueden causar una serie de problemas de salud, como ansiedad, hipertensión, dolores de cabeza, cambios de humor y fatiga.
Además, el estrés crónico puede afectar nuestro corazón, sistema nervioso, sistema inmunológico, sueño y salud mental, y algunas investigaciones incluso han sugerido que puede desencadenar enfermedades autoinmunes como la artritis o el lupus.
Cómo afrontar el estrés
La forma en que lidiamos con el estrés puede afectar enormemente el impacto que éste tiene en nuestro cuerpo y nuestra mente.
Algunas personas pueden lidiar con el estrés de maneras poco saludables, como comer en exceso, fumar o beber alcohol, lo que puede conducir a más problemas de salud y más estrés.
Por lo tanto, asegurarse de tener herramientas útiles y mecanismos de afrontamiento positivos para lidiar con el estrés puede marcar una gran diferencia en nuestra salud física y mental.
Por ejemplo, actividades como el ejercicio y la meditación pueden ser formas efectivas de mantener a raya el estrés.
De hecho, las investigaciones sugieren que el ejercicio regular está asociado con una mayor resiliencia emocional al estrés agudo, y se ha descubierto que la meditación mejora los síntomas del estrés, la depresión y la ansiedad.
Pasar tiempo en la naturaleza, salir a caminar, hablar con un amigo o adoptar un nuevo pasatiempo que te ayude a despejar la mente también pueden ser excelentes estrategias de afrontamiento.
Llevar un estilo de vida saludable es fundamental para controlar el estrés. Esto puede consistir en implementar una rutina higiénica para la hora de dormir, limitar el consumo de cafeína y el tiempo frente a pantallas, abandonar los malos hábitos y dedicar tiempo a relajarse y desconectar.
Al comprender mejor el estrés, podemos adoptar estrategias efectivas para afrontar sus desafíos y limitar su impacto en nuestra salud física y mental.